Dificultad para respirar
Muchos pacientes con enfermedades graves experimentan dificultad para respirar, un síntoma que los profesionales de la salud llaman "disnea". La disnea puede ser muy aterradora para los pacientes y sus familias. Hay literalmente cientos de razones por las que alguien puede sentir falta de aire, algunas más graves que otras. Las causas más comunes se deben a algún problema en los pulmones como neumonía, bronquitis o enfisema. Pero los problemas en otros órganos, como el corazón, los riñones o el hígado, también pueden provocar la sensación de dificultad para respirar. Ejemplos de otros problemas comunes que pueden provocar dificultad para respirar incluyen ansiedad, ataques de pánico, anemia e incluso estreñimiento.
La experiencia de dificultad para respirar puede variar desde una sensación general que ocurre sólo con el movimiento físico, como subir escaleras, o puede ser tan grave que el paciente no puede hablar, caminar o comer. Debe informar a su médico sobre la dificultad para respirar leve lo antes posible. La dificultad para respirar grave puede ser una emergencia médica. Las señales de advertencia de que un profesional de la salud debe evaluar inmediatamente la dificultad para respirar grave incluyen:
- Dificultad para respirar que ocurre con dolor en el pecho o un cambio en la función mental (cambio en el estado de alerta, la memoria, el lenguaje)
- Dificultad para respirar tan grave que el paciente no puede caminar, hablar o comer, o sus labios o uñas se han vuelto azules.
Su médico determinará las mejores opciones de tratamiento para usted después de investigar la causa de su dificultad para respirar. La primera prueba que probablemente realizará su médico será colocar un pequeño dispositivo sobre su dedo, un oxímetro de pulso, para medir la cantidad de oxígeno en su sangre. Además, generalmente se realizan una radiografía de tórax y un electrocardiograma para detectar problemas pulmonares y cardíacos comunes.
Su médico puede recetarle medicamentos para facilitar su respiración. Por ejemplo, los antibióticos pueden ser útiles en casos de neumonía bacteriana, mientras que los ansiolíticos se usan para tratar pacientes con ansiedad o ataques de pánico. Otros medicamentos de uso común incluyen broncodilatadores para ensanchar los bronquios, diuréticos para eliminar el exceso de líquido del cuerpo y esteroides para reducir la inflamación.
El oxígeno, generalmente administrado a través de un pequeño tubo colocado en la nariz o mediante una máscara colocada sobre la nariz y la boca, casi siempre se utiliza como primer tratamiento, pero no todos los pacientes se sentirán mejor con oxígeno. Su médico le preguntará si el oxígeno es útil o no y decidirá si se debe continuar con la oxigenoterapia.
Muchos pacientes se sentirán mejor cambiando la posición de su cuerpo. Por lo general, puede ser útil sentarse en lugar de acostarse. Un familiar tranquilo y tranquilizador junto a la cama también puede ser de gran ayuda. Un ventilador junto a la cama o una ventana abierta para que entre una brisa también son tratamientos sencillos pero muy eficaces para disminuir la disnea.
En casos graves, cuando no existe un tratamiento sencillo que pueda aliviar la disnea, el médico puede recetarle morfina. La morfina es muy eficaz para reducir la sensación de dificultad para respirar. Su médico le dará instrucciones detalladas sobre la mejor manera de usar la morfina para ayudarle a sentirse mejor.
Adaptado de: Weissman DE. Diagnóstico y Manejo del Delirio Terminal. Fast Fact and Concept, segunda edición, julio de 2005. Centro de recursos de educación paliativa para el final de la vida, www.eperc.mcw.edu.